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9.- Internet: nuestra sede.
Hace muchos años, un parlamentario comunista invitó a un joven aprendiz del partido a la cámara legislativa y después de que éste quedara boquiabierto por el esplendor del aparato y la complejidad de la institución, le dijo al oído: “La lección que debes aprender hoy es que todo esto que has visto, no sirve para nada”. Y era cierto, el cambio social no vendrá de las urnas sino que acabara en ellas. La revolución no se hace en los parlamentos, sino fuera de ellos. Es allí donde debemos trabajar. No debemos encerrados en los despachos de los grupos institucionales y ahogarnos en sus toneladas de burocracia vacía.
Tampoco debemos trabajar para sus medios. Es como comprarles su lotería cuando nuestros números no están en el bombo. Todos los esfuerzos serán baldíos pues por mucho que sembremos nada germinara más allá de unos pequeños centímetros en una esquina del periódico. El crecimiento de nuestra semilla será inversamente proporcional al share televiso.
Por eso, cualquier medio libre que no pertenezca al poder mediático de masa es nuestra arma para derrotar al sistema.
Hoy por hoy contamos con los medios más baratos, libres y democráticos de información de la historia de la humanidad. En esta era digital se nos ofrecen las autopistas de la información para difundir, debatir, comunicar, repartir, existir, desvelar y cabrear…
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