Pegarse las navidades en un trullo danés por interrumpir una rimbombante cena regia con las ¿insultantes? palabras «los políticos hablan, los líderes actúan» es, sencillamente, increíble.
Y más increíble aún es que este poltergeist esté ocurriendo en la supuesta democracia super-consolidada danesa, que tantas veces ponemos de ejemplo de paraíso de los derechos civiles.
Algo huele a podrido en Dinamarca.
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