Ya casi teníamos olvidada la desafortunada aparición en el papel couché del ingeniero López, entre la Duquesa de Alba y Penélope Cruz, pero este artículo en El Correo Español nos la ha recordado. Efectivamente, hasta en su partido lamentan la torpeza mediática de don Francisco. Y mira que cuidan esto de la mercadotecnia los del PSOE: prácticamente no han hecho otra cosa, López aquí y Zapatero en Madrid: fotos, declaraciones, ruedas de prensa, más fotos… poca chicha, poco fundamento, pero gran despliegue de medios.
Pero sí, tiene razón el articulista: dado lo importante que es la imagen para el gobierno nacionalista español del PP$O€ en Euskadi, apariciones como esta son errores imperdonables; dar la sensación de indolencia, de despreocupación y pasotismo en un momento de crisis económica es una especie de provocación intolerable ante la angustia que viven muchos ciudadanos que sufren EREs, se quedan en paro o no pueden pagar su alquiler o su hipoteca. Y esto acabará pasándole factura, siempre que la ictiomemoria-flash ciudadana nos lo permita, claro, que ya se sabe que estas cosas igual que llegan se van y son flor de un día y cuando llegan las elecciones nadie se acuerda de nada que no sean los machacones y artificiales mensajes mediáticos, por muy diferentes que sean de la realidad pasada.
En época de crisis, cierto, un presidente de un gobierno no puede aparecer ante la ciudadanía con tal despreocupación y desprecio por la situación crítica, terminal, de la economía global y doméstica de su país. Que se relaje, que descanse y se solace con su ipod y su silla rococó y su super-chimenea ajuriaeneística, pero que lo haga en privado, sin que ninguno de los más de cien mil parados vascos tenga que verlo despatarrao y feliz en una revista del corazón, retratado entre duquesas y folclóricas. Una cosa es la naturalidad, aparecer como humano, cercano y campechano, como el delfín de Franco; y otra, dar la impresión de estar por encima de la penosa situación económica y social del país, encantado de conocerse y relajado total, disfrutando del lujo y la soledad en Ajuria Enea.
Por la boca muere el pez, y la arrogancia, presunción y envanecimiento de un gobernante no pueden traer nada bueno. Vanitas vanitatis et omnia vanitas.
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El presidente de un país puede ser (o no) titulado universitario, puede saber (o no) hablar varios idiomas, puede tener (o no) una dilatada experiencia anterior de dirección, organización, liderazgo y gestión de organizaciones públicas y privadas, puede ser (o no) un profesional de reconocido prestigio en su ámbito.
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